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Nada. Fue un día muerto como el cuerpo de Jesús.

Por un lado los judíos al respetar su religión no salían de sus casas los sábados, no hacían nada. Los líderes religiosos estoy seguro que unos estaban contentos porque por fin se habían liberado de ese  latoso de Jesús que los hacía ver mal, que les decía sus maldades y malos entendidos de la Biblia, ese Jesús que les volcó las mesas de los banqueros  y prestamistas en el templo, ese Jesús al que la gente comenzaba a querer y seguir en grandes números lo cual les causaba una envidia y un celo incontrolables.

Por otro lado yo creo que no todos los líderes religiosos eran corruptos. Algunos no querían matar a Jesús, pero se quedaron callados y no mencionaron ni una palabra para defenderlo, como esos hoy en día que no hablan mal de los demás pero no dicen nada para defenderlos cuando a sus espaldas los critican. Así se aseguran que ellos mismos o son criticados o rechazados lo cual es muchas veces la suerte de los valientes, de los honrados, de los verdaderos cristianos.

Había otros líderes religiosos que eran buenos y de vez en cuando hablaban para defender a Cristo o a los cristianos como Nicodemo y Gamaliel. Pero no sabemos si esta vez estaban presentes y si hicieron algo en el momento en  que planeaban matar a Jesús.

Y por otro lado en el infierno había fiesta. El demonio estaba más feliz que nunca, me lo imagino juntando a todos sus diablos para hacer una gran celebración; había “vencido” a su más grande enemigo, a Dios. No solo le destruyó su plan de enderezar a la humanidad sino que le mató a su mismo hijo. Que gozo infernal y malvado más grande, vencer a Dios y matarle a su mismo hijo.

Para lograr sus propósitos maléficos había movido a personas débiles y ambiciosas que dudaban de Cristo como Judas para que lo traicionaran, había movido a los líderes religiosos para que en vez de con su vida buscar la gloria de Dios buscaran la suya propia, para que en vez de querer fincar el Reino de Dios, usaran eso como pretexto para fincar su propio reino. Hoy en día mis hermanos sigue habiendo gente así; personas no compaginados con la voluntad de Dios, y más bien buscando sus grandezas, su poder o sus riquezas; todo lo que les conviene menos hincarse ante el Señor y fincar el Reino de Dios.

Y también el diablo usó a esos sacerdotes corruptos para mover al pueblo para que presionara a Pilatos y gritaran: “crucifícalo, crucifícalo”.

Ahora Jesús estaba muerto. No había nada que hacer, todo se acabó, los discípulos escondidos en el cenáculo aterrorizados por el miedo de que los fueran a crucificar a ellos también.

Por otro lado también totalmente desilusionados. ¿Por qué creímos en Jesús? ¿Por qué dejamos nuestras casas, familias y trabajos para seguir a un hombre que creíamos iba a ser el salvador? Y resultó siendo uno más de esos líderes que salen, protestan, mueven gentes y luego los matan.  Todo fue un engaño, esta religión nueva era mentira, estas enseñanzas del amor, el amar en vez de odiar se oía muy bonito pero mira lo que le pasó al que lo predicaba; fracasó!

No hemos oído hoy en día a personas pensar o hablar de una manera semejante? Dios no ha de existir porque si existiera no permitiría estas injusticias, si Dios existiera yo no estaría sufriendo, llevando esta cruz; si Dios existiera el mundo sería perfecto…

Eso pensaban el sábado santo muchos seguidores de Cristo y eso piensan hoy en día muchos confundidos igual. No saben que nada ni nadie puede ganarle a Dios, que todo es parte del plan universal y eterno del Señor, no saben que AL FINAL DIOS SIEMPRE GANA…