No cabe duda que el mundo en que vivimos está en tinieblas. El Internet
y las redes sociales han permitido que la maldad, la agresividad, el
materialismo, el egoísmo y el sensualismo que siempre han existido
en corazones desviados y sin Dios se propaguen como lumbre en un
campo de hierba seca. Tristemente, gritan más fuerte los mundanos y
los perdidos que los hijos de Dios; Hace 2000 años miles de gentes
gritaban pidiendo que crucificaran a Jesús mientras que los “buenos”
callaban; nadie alzó la voz para defenderlo. Hoy en día sigue
siendo igual pero con megáfonos más grandes; el megáfono del
internet y las redes sociales. Allí los malvados gritan, los
pervertidos predican su perversión, los fanáticos su fanatismo y
los llenos de odio su rabia y su agresión, mientras que muchos que
nos proclamamos seguidores de Cristo callamos por temor y hasta
cooperamos viendo lo que ellos presentan o dándoles acceso a esas
redes sociales a los niños con un celular o una tableta con
internet.
No,
no podemos cambiar el mundo, pero si podemos ser una lucecita, una
vela encendida en medio de las tinieblas. Así los que la vean sabrán
que hay otra manera de vivir, otra manera de comportarnos y de
relacionarnos con el mundo y con Dios.
Ante
la frialdad en el amor podemos amar a Dios y al prójimo; ante la ira
y la guerra podemos predicar y vivir la paz; ante la indiferencia
espiritual y el mundanismo podemos ser miembros activos en una buena
iglesia, ante los orgullos podemos tratar de ser humildes de
espíritu; ante los contaminadores y destructores insensibles del
mundo podemos cuidar lo poco que queda para los niños de hoy y
mañana. Ser una luz, una vela encendida en medio de la oscuridad,
será una afirmación del poder de la luz para vencer la oscuridad,
del poder del bien para vencer el mal allí donde se acepte la luz de
Jesús.
Ya
Jesús nuestro gran maestro, Señor, y Salvador lo decía:
Mat 5:14
"Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede
esconderse.
:15
Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien,
se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la
casa.
:16
Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la
gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su
Padre que está en el cielo.
Y
solo cuando la gente alabe al Padre celestial desde el corazón, con
palabras y obras, podrá entonces reinar entre nosotros el Reino de
Dios.
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