1. Pon los ojos en ti mismo y guárdate de juzgar las obras ajenas. En juzgar a otros se ocupa uno en vano, yerra muchas veces y peca fácilmente; mas juzgando y examinándose a sí mismo se emplea siempre con fruto.
Muchas veces juzgamos según nuestro gusto de las cosas, pues fácilmente perdemos el verdadero juicio de ellas por el amor propio.
2. Muchos buscan secretamente su propia comodidad en las obras que hacen; y no se dan cuenta. También les parece estar en buena paz cuando se hacen las cosas a su voluntad y gusto; mas si de otra manera suceden, pronto se alteran y entristecen.
Por la diversidad de los pareceres y opiniones, muchas veces se levantan discordias entre los amigos y vecinos, entre los religiosos y devotos.
La costumbre antigua con dificultad se quita, y ninguno deja de buena gana su propio parecer.