La fórmula para no tener tristeza
A veces andamos tristes. Algunas veces estamos conscientes de qué nos ha entristecido perootras no. Las personas más tristes son los que viven en depresión.
Hoy vamos a hablar de una acción que nos alegra el corazón. Es más bien una actitud que mientras la practicas tu tristeza desaparecerá, yesta es el darle gracias a Dios.
¿Darle gracias de qué? De todo, de hecho si estás pensando tienes mente que él te está dando, si estás despierto tienes vida que él te dio, si estás respirando estás también gratuitamente gozandoun aire que él te da, si comes, si caminas, si convives, si hablas, si oyes, si ves, etc. etc.
Y los santos le dan gracias a Dios hasta de las dificultades de la vida porque saben que Dios las permite para fortalecernos en la fe y en nuestro carácter.
Aunque el agradecimiento no se mencione como una de las virtudes mayores es sin embargo una hermosa virtud de hábito que nos cambia la vida para mejor.
Sé agradecido en lo poco, y serás digno de recibir cosas mayores.
Hay diferentes formas de orar, diferentes tipos de oración también, pero la que más te llena de gozo es la oración de agradecimiento. Recuerda esta frase: EN UN CORAZÓN AGRADECIDO NO ENTRA LA TRISTEZA. O sea, no se puede estar agradecido y triste al mismo tiempo.
Hemos de crear el hábito de siempre dar gracias a Dios por cada cosa bella que recibimos por más pequeña o usual que sea. Por despertar en la mañana, por el aire que respiro, por los alimentos que me da, por la salud para hacer todo lo que hago, por las personas que pone a mi alrededor, por el trabajo o escuela, por tantas cosas materiales que tenemos aunque ya nos hayamos acostumbrado a ellas; Haz esto todos los días y verás como crece la alegría en tu corazón.
Ten en muy mucho lo poco, y lo más pequeño por singular don.
En otras palabras. Agradece hasta las cosas más pequeñas que nos da Dios. Muchas veces en realidad son más grandes de lo que uno piensa.
Si miras a la dignidad del dador, ningún don te parecerá pequeño o insignificante.
Por cierto Dios nos da mucho.
Y aunque a veces da penas y pruebas, se lo debemos agradecer, que siempre es para nuestra salud todo lo que permite que nos venga.
En mi opinión el momento más triste de Jesús en esta vida fue cuando estaba en el huerto de los olivos y hasta sudó sangre. Era una mezcla de miedo, dolor, angustia y mucha mucha tristeza. Así estuvo por no se cuanto rato, pero luego en su gran amor al Padre reconoció que el Padre estaba con él, el padre lloraba con él y en medio de todo el Padre tenía razón. Fue cuando aceptó su voluntad al decirle: “pero que no se haga mi voluntad sino la tuya” que lo más pesado de su dolor y tristeza cedió. Pudo entonces levantarse y con valor y fuerza confrontar a sus adversarios y su amigo traidor que venían a apresarlo.