Palabras
cargadas de riqueza espiritual que dijo el ciego de nacimiento cuando
fue sanado por Jesús.
En
35 años de ministerio sacerdotal he escuchado a muchos miembros de
nuestras comunidades de Misioneros del Amor de Dios decir con
diferentes palabras lo siguiente: “yo he sido católico/a desde
niña, cumplía con todos los requisitos, recibí todos los
sacramentos, iba a Misa todos los domingos y mi vida seguía igual”.
Pero vine a esta comunidad y he descubierto a un Dios vivo, a un
Jesús que me acompaña y lo acompaño, mi vida ha cambiado, ahora sí
siento que tengo fe al recibir los sacramentos, al orar, al servir en
la comunidad”.
Hay
muchas personas que espiritualmente están ciegas pero no lo saben;
creen que es normal, que así es la vida religiosa; y después de un
encuentro real y fuerte con Cristo se dan cuenta que habían estado
ciegos sin saberlo por muchos años.
En
el evangelio de Juan tenemos el caso del ciego de nacimiento a quien
Jesús le devolvió la vista poniéndole lodo en los ojos. Dice estas
palabras maravillosas:
Juan
9:24
Los
judíos (fariseos
y autoridades religiosas)
volvieron
a llamar al que – Jesús
había sanado que
- había
sido ciego, y le dijeron:
–Dinos
la verdad delante de Dios. Nosotros sabemos que ese hombre (Jesús)
es
pecador.
:25
Él les contestó:
–Si
es pecador, no lo sé. Lo que sí sé es que yo era ciego y ahora
veo.
No
basta con creer en Jesús, no basta con pertenecer a una parroquia o
una iglesia, no basta con decir que cumplimos con una religión. Para
ser un auténtico discípulo y amigo de Jesús debemos tener buenos
guías, una buena comunidad de Iglesia donde se nos hable
constantemente del vivir con Cristo, del mejorar nuestras vidas,
donde se nos enseñe sobre las ayudas de Jesús para nuestra
conversión y crecimiento, donde no solo se nos den clases de
formación espiritual sino también se nos tome en cuenta para
participar, ayudar y servir todos a todos. En una palabra,
necesitamos de una comunidad de iglesia que esté viva, activa y
llena del Espíritu Santo. Y esto depende en gran parte de los guías
y líderes que tiene cada comunidad eclesial.
Pido
a Dios que todos lleguemos a decir como el ciego de nacimiento: “Yo
era ciego pero gracias a Jesús ahora veo”...
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