Escribo esta carta peinándome las canas, pero en plena forma y con una misión: acabar con el mito de la juventud. Me explico: Yo no quiero ser joven, a mi me gusta ser adulto.
En el viaje uno busca lo nuevo, pero también la rutina. La mía está asociada al placer del café. En Las Palmas de Gran Canaria el café que sabe como siempre me lo tomé en Caracolillo.