Perdóname las horas, hoy te mando la carta despojado de mis rutinas, estoy unos días fuera de casa. Pero no estoy lejos. En esos jirones de tiempo empalagoso, mi costurero es la disciplina de los placeres. Te escribo desde Libertario.
Comemos juntos en el espacio de una baldosa. Comemos de pie y en el bullicio de La Catapa, una barra de bar con vistas al Retiro que es un refugio perfecto para los días sin reserva.