Somos la generación que tuvo recuerdos antes que vivencias. Crecimos pegados a la MTV y viajamos para hacer propia la memoria que la tele nos metió en el cuerpo antes de vivirla. De esto va un poco mi carta, de ir a NYC a rellenar mandalas.
Y nos comemos el recuerdo de un cocinero chino de Williamsburg. Ha cocinado un McRib y le ha salido un fabuloso cerdo agridulce. Una de las mejores cenas del año ha sido en Brooklyn.