Estudios han demostrado que hay un brecha grande entre el YO presente y el YO del futuro. El cerebro procesa la información sobre nuestro YO futuro como lo hace cuando entramos en contacto con un extraño.
Por eso, no es de sorprender que no queramos ahorrar para el retiro. Hay un anciano, que me resulta extraño, que va a usar mi dinero.