En el capítulo anterior, Juan vio el exterior de la Nueva Jerusalén, pero ahora ve el interior. La Nueva Jerusalén parecía ser todo mineral, sin vegetación. Su apariencia era como la exhibición deslumbrante de una joyería fabulosa, pero nos preguntamos si hay césped suave para sentarse, árboles verdes para disfrutar, agua para beber o comida celestial. Ahora, el Pastor Netz presenta los elementos que agregan una rica suavidad a esta ciudad de belleza elaborada.
