Ymir
El cielo está hecho
con lo que quedó
de mi cerebro
después de aprender
que los gigantes también caemos.
Los jirones de mi corazón
todavía esperan
a la sazón
de la gélida caricia
del hielo sin eras,
impertérrito glaciar
vestido de niebla.
Mis costillas, las montañas;
mis pestañas formaron riscos
donde un narciso
se nutre con la dádiva
de mi última lágrima.
El último embate
de mi sangre
sedimentó en ciclópeos corales
donde las pirañas
acuñaron un lenguaje
a base de rabiosas dentadas.
Qué soy yo,
ahora que cuánto he amado
ha transmutado en todos los años
que le quedan al sol?
Qué es esto
que trasciende al cuerpo
y es libre para pensarse
como mi conciencia inefable
silbando en el viento?
Quizá sea mi suerte
escriibirme en el vientre
de la nada omnipresente,
versar mi anatomía
en un cuaderno hecho
con el primer sueño
de un cuerpo celeste
Quizá el que lea esto
se pregunte, ante la lumbre
de un fuego sincero,
qué maravillas decantarán
de las yemas de sus dedos,
qué prodigios de sus labios,
qué dulce vino
de la parra de sus miedos.