De a poquito y por la tangente nos vamos acercando a las fiestas de temporada, con una película apenas un poco más navideña que Duro de matar u Ojos bien cerrados. Bueno, más o menos, porque Trading Places, la recordada comedia de Eddie Murphy, terminó siendo una de las producciones más vistas de su década y la película navideña por excelencia de las familias hasta que Mi pobre angelito vino a quitarle el trono. Un memorable clásico, ochentero hasta la médula, que nos recuerda cómo han cambiado los tiempos desde que nos sentábamos frente a un TV de 14'. Nostalgia y risas reflexivas en este episodio amenizado por la música de un maduro Elmer Bernstein.