Miércoles 14/Febrero/2024
Devocional Mi tiempo con Dios
El Señor ahuyentará las «Zorras»
Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne.
Cantares 2:15
¿Qué te hace perder el buen ánimo? Ya sabes, esas pequeñas molestias o incomodidades que pueden surgir cuando encontramos piedras mínimas, pero que pueden sumirnos en la amargura al llevarnos por el camino contrario al objetivo que perseguimos en un momento puntual: una fila excesiva en el banco, o en el supermercado cuando tenemos más prisa, el atraso en el horario de un compromiso pautado, habiendo aún tomado todas las previsiones de salir más temprano, olvidar las llaves cuando vamos tarde en nuestro horario, perder el transporte de regreso a casa al salir del trabajo, y muchas otras situaciones que de seguro la mayoría hemos sufrido.
En ese sentido, La Palabra de Dios enseña que las «zorras pequeñas» de la vida «arruinan el viñedo». Los verdaderos ladrones de tu gozo, aún cuando pueden tocar a nuestra puerta, en forma de complicadas circunstancias, no son en si, esas grandes catástrofes, sino los incordios que nos parecen triviales, e insignificantes, y que surgen a diario. ¿Se ha dado el caso de que una o dos «zorras» consecutivas, han hecho que lo mejor de ti, se haya venido irremediablemente abajo, arruinándote un día que hubiera sido perfecto?.
¿Cómo aprovechamos esas pequeñas zorras? Las Sagradas Escrituras también nos iluminan en esta situación a través del salmista que declaró: «En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, Tus consolaciones alegraban mi alma.» (Sal 94.19). Dios entiende nuestra fragilidad humana. Dondequiera que estemos, hagamos lo que hagamos, ansía ministrar calma, paz y gozo. Al acudir al Señor en oración y alabanza, él empieza a «atrapar a las zorras».
El antídoto de Dios para nuestras fluctuantes emociones es sencillo: oración más alabanza, que siempre, equivale a la verdadera paz, que sólo Cristo puede brindar.
Oración diaria: Señor, te ruego que des consuelo a mi alma inquieta y ahuyenta a las pequeñas zorras de la irritación, el desánimo o la frustración. Cuando me sienta débil ante la tentación a preocuparme y a enfurecerme, recuérdame tu antídoto para mantener mis emociones en equilibrio: La oración, la alabanza y el constante estudio de Tu Palabra. Asi sea, Padre, Amén.