Hay una confesión personal y una confesión colectiva. Por ejemplo, en Estados Unidos hubo un tiempo en el cual la nación reconocía a Dios y la necesidad que tenía de él, su gratitud hacia él y el hecho de que no había sabido estar a la altura de sus normas de calidad. En cambio hoy, ese sentido colectivo se ha perdido. Los estadounidenses se han vuelto muy individualistas. La mayoría de las iglesias de la nación les enseñan a las personas a confesar «mis» pecados.