Los que tienen hambre de Dios, aman lo que El les manda hacer y, a pesar de los obstáculos, cumplen con lo que el Señor les asignó, porque lo aman. Amar es guerra, sufrimiento, paciencia, bondad y avivamiento. sin amor no hay avivamiento , porque este comienza en el corazón. En otras palabras, para que se produzca una revolución en su vida, usted debe amar a Dios. ¡Sólo entonces habrá verdadera transformación!