Nadie escribió sobre la culpa como Edgar Allan Poe.
En El corazón delator no hay fantasmas ni criaturas extrañas, pero sí algo mucho peor: una mente que se desmorona bajo el peso de su propio crimen.
Un hombre asesina a un anciano —no por odio ni dinero—, sino porque no soporta el ojo que lo observa. Lo esconde bajo las tablas del suelo, convencido de su perfección. Pero cuando llegan los policías, en medio del silencio, empieza a oírlo: *el corazón del muerto que late, late, late...*
Ese sonido no existe, claro.
O tal vez sí.
Porque en el universo de Poe, la culpa tiene pulso.
Es un cuento breve, preciso como un latido que se acelera. Y en sus pocas páginas, Poe nos recuerda que el verdadero terror no vive en la oscuridad, sino dentro de nosotros mismos.
Graciaas por los likes y por escucharnos!
Disfruten!
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