Listen

Description

8 horas para dormir
8 para trabajar
8 para disfrutar
 
A las 4 y media de la mañana, la Pocha me rasca la puerta
para salir a mear y yo le abro y la espero a que vuelva. Duerme adentro cuando
empiezan los fríos. Me quedo pensando en alguna otra solución porque así, no va
a andar. Eutanasia? A esta hora, no me parece una mala idea. Otra temporada
otoño/invierno sin dormir de un tirón. Vuelve y, encima, mueve la cola. Ya, ya,
ya no me voy a volver a dormir. Me resigno. Me prendo un pucho y me veo otro
capítulo, ya visto, de Mad men. No me da para elegir.
 
8 horas para dormir
8 para trabajar
8 para disfrutar
 
Miro la hora y me acuerdo de un matrimonio amigo,
ceramistas, que, recién casados, en los ’80, se fueron a Bs As con una propuesta
de trabajo muy importante a una súper fábrica. Nos contaban que todo iba muy
bien pero que ahora se levantaban a las 4 y media y volvían a las 19. De noche.
Cenar y dormir. Molidos.
Y cuando nosotros les decíamos que bueno, que la habían
pegado, que estaban en Buenos Aires, ellos decían: Podría ser Polonia. Ni nos
enteramos.
 
 
8 horas para dormir
8 para trabajar
8 para disfrutar
 
“Me parece que se separan”, me contó ayer, muy amargada, una
amiga. El hijo la acababa de llamar para contarle que la cosa no estaría
funcionando. Que no daba para más. Que no sabe qué hacer. Que no tiene ganas de
llegar a su casa, después del laburo. Que le va re bien, en el laburo, pero no
tiene ganas de llegar porque no tiene energía para poner cara de risa cuando
juega con el nene y cara de orto para empatizar con la cara de su mujer. Y mi
amiga me dice que qué mal diseño de la humanidad eso del hogar y la pareja con
hijos, en plena juventud.
 
 
8 horas para dormir,
8 para trabajar,
8 para disfrutar.
 
El que dividió así,  las horas de un día humano, es un pelotudo.