Me parece que
todos coincidimos en que los niños y las niñas son unos enanos tiranos,
demandantes, inconformes y prepotentes. Y mientras más chiquitos, peor. Ok. Uno
les agarra cariño porque, por algún mecanismo natural, sentimos que todos los
cachorros de la naturaleza son adorables.
La mirada Disney
de la vida, que le dicen.
(Veía en las
redes a una mujer que quiso abrazar a un osito panda y a su madre.
Bue. Así le fue,
pobre. Imágenes sensibles, creo que avisaba Instagram.)
Romantizar la
niñez es, por lo menos, cínico.
La niñez es una
etapa de la vida de la que no se sale sin consecuencias.
Lo más tremendo,
es que estas criaturas no están diseñadas para entender que el mundo es
injusto. Y que las carencias o las abundancias dependen solamente de la
puntería de la cigüeña.
Para colmo, la impiadosa
sociedad de consumo les recuerda, varias veces al año que, por ser menores de
12 años, tienen su momento para desear un regalo.
Frente a la vidriera
De una gran juguetería
Hay chiquillos que suspiran
Sus narices echan sueños de vapor
Pero el vidrio va empañando la ilusión
El dúo Vivencia,
en los ’70, nos parecía cursi, pero hoy, con la gran mayoría de los niños
argentinos pobres, suena a dato estadístico.
Y se frustran y
sufren y se ilusionan y se desilusionan.
Afortunadamente,
la niñez dura poco y el sistema se encarga de demostrarle que la vida no es lo
que pidan sino lo que puedan.
Escuchaba algo
durísimo: en los años cuarenta, René Spitz, un psiquiatra, observó, que en
orfanatos y hospitales, los bebés que no recibían afecto, tendían a dejarse
morir.
Criar a los niños
y niñas “lo mejor que se pueda” no es una mala consigna.
El piso mínimo,
debería ser proveerles techo, cama, comida, educación y salud y, un ratito por
día, sí o sí, un poco de afecto y comprensión. Si es posible, mucho.
Al final, lo
único que están pidiendo estos “enanos tiranos” es afecto y comprensión.
De los regalos,
ni se van a acordar.
#afectoycomprension
#vivencia
#renespitz
#hospitalismo
#marasmo