Sé de muchas
historias de vida en donde alguien pasó de la opulencia a la miseria.
Todos conocemos
alguna. Vueltas de la vida, que le dicen.
Más o menos, esas
vidas se acomodan y, en el mejor de los casos, descubren que el lujo era vulgaridad,
como decían los Redondos. Que, finalmente, la vida pasaba por otro lado o que,
por lo menos, la vida sigue en libertad, que no es poca cosa.
Me impacta, por
muchas razones, la historia de un juez, enriquecido ilícitamente, que duerme
desde anoche en una cárcel mendocina.
Viajes, lujos,
placeres y poder, (parece la promo de una película mala), y mucho poder, le van
a quedar como un mal sueño. Porque cuando despierte, cada mañana, lo mejor que
va a pasarle es acomodarse a la realidad, que se le presenta como bastante
permanente, y empezar a entender sus días pasados como en un sueño. Porque
ahora vive una pesadilla.
Sin lujos, sin
comodidades, la vida se complica para el que vivió entre lujos y comodidades.
Me impacta porque
con los gigantescos ingresos genuinos mensuales que tenía el tipo, quiso más.
Qué loco eso, ¿no?
¿Ser insaciable
será una patología?
¿Cuántos ceros
querés tener en tu cuenta?
¿Cuánta guita es
la suficiente?
Me impacta porque
las cárceles están llenas de gente que no encontró una forma socialmente
aceptable de cubrir sus necesidades o por los que resolvieron las cosas de la
vida de manera brutal y salvaje.
Pero esta clase
de pelotudos, no éste en particular, sino todos los que como él lo tuvieron y
lo tenían todo pero querían más, ¡uf!, son incomprensibles.
“Quién te quita
lo bailado” es un dicho que no consuela a nadie.
Me sigue
pareciendo que la cosa no es haber sido “el gran piola” una vez sino un poco
piola, todos los días de tu vida.
De pibe me
aprendí un versito que cada vez entiendo mejor.
“La ciencia más
acabada
es que el hombre
bien acabe
Porque al final
de la jornada,
el que se salva
sabe.
Y el que no, no
sabe nada”.
#cerosaladerecha
#corrupcion
#ambicion
#juezaprision