Le estoy empezando a agarrar el gustito a eso de la memoria senil.
Digo, me sé de memoria 100 canciones viejas pero no me puedo aprender una estrofa de una nueva.
Seguramente vine a este mundo con un cerebro con pocos Gigas.
No soy de esos que tienen recuerdos frescos del pasado.
Es más, me parece que vivo y borro.
De mi infancia, tengo muy poquitos y de cada nueva etapa de mi vida, menos.
Será por eso de la huella mnémica que dice Freud. Que se guardan sólo los hechos que dejan una huella bien marcada, por lindos o por feos.
Pero bue, ahora, cualquier cosa me dispara recuerdos que no sabía que tenía guardados.
Almorzando con unos amigos, uno preguntó si alguno de nosotros estaba tomando Viagra porque, textual: “encima que me echo tres polvos por año con mi mujer…”
– Tres por año? – dije yo.
Y ahí saltaron “los casados” con una batería de frases hechas y maniobras elusivas y chistes para evitar que se toque el tema en serio.
No me enganché en esa ni en que los “no casados” no entendemos la diferencia entre “garchar” y hacer el amor.
Hacer el amor!
Siempre me pareció una frase Victoriana, pelotuda y mentirosa.
Un eufemismo ocultador de la falta de deseo animal y puro.
(Como “ir de cuerpo”. Ir de cuerpo? No, si vas a ir a cagar con el alma).
Pero bue, no me enganche en esa. Se me vino el recuerdo de la cama matrimonial de mis abuelos con una tremenda loma en el medio.
Ok, los colchones eran de lana y, también me acordé, del señor con la máquina para cardar colchones, ¿se decía así? a domicilio, obvio. Le sacaba toda la lana de adentro, la pasaba por ese rodillo con clavos y después lo volvía a llenar y a coser.
Pero ese recuerdo me lo disparó que mi amigo quiera saber quién toma Viagra?
No. Se ve que mi mente hizo la cuenta: 365 menos 3… son 362 días durmiendo uno de cada lado y haciendo que se forme una tremenda loma en el medio del colchón.
Ok. Los matrimonios de ahora no son como los de antes.
Ahora, la gran diferencia es el poliuretano de alta densidad. Indeformable, dicen.
#memoriasenil
#viagra
#hacerelamor