Listen

Description

Hoy, se vuelve muy complicado leer más de 10 páginas seguidas cuando desde la página 5 el cerebro te está pidiendo a gritos que te des una vueltita por Instagram.

La cosa audio visual ganó, hace rato.

Afortunadamente, los documentales son una forma maravillosa de estar actualizados, de saber qué pasa y dejar conforme al cerebro.

Hace un tiempo que me enganchan los de la temática “estamos estrolando al planeta”. Hay muchos. Han superado al género Terror. No es para menos.

Pero mientras más veo, más se me complica.

Porque mientras uno te dice que la principal emisión de carbono la genera el arado de los campos y que cambiando la forma frenamos el problema,

el otro te dice que hay que cambiar la energía fósil por las eólicas y solares y otras. Una campaña gigantesca, hecha por 5 poderosos.

Energía que venden ellos. Y que esa campaña tiene como objetivo encubierto, quitarle valor al petróleo árabe y ruso para después comprarlo barato. Que es un tema geopolítico.

Y estos 5 poderoso cuentan con nosotros, que nos comemos el amague con una candidez muy hippie.

Los que veo que también se han comido el amague son algunos de nuestros artistas populares.

Los que solían ser un “faro de verdad en la oscuridad de la mentira”. (Tomá mate).

Los escucho cantándole al cuidado del arroyito, al yuyito y al agüita y a la Pacha Mama, con esa romantización de un planeta que, no sólo vivió millones de años sin nosotros sino que va a vivir otros millones más después de nosotros, sin angustiarse.

Un planeta que, igual que la vaca, no da nada. Nosotros se lo sacamos de prepo.

Me da la impresión de que si cambiamos la consigna de mejorar la vida de los perdedores de siempre por la de enfriar el planeta, estaríamos refrescándole la Tierra a sus propios dueños.

Ok. Ni tanto que queme al santo ni tampoco que no se vea, dice el dicho.

Las dos cosas deberían ser prioridades.

Igual, se me hace difícil pensar a un Armando Tejada Gómez escribiendo que “a esta hora, exactamente, hay un grifo que pierde.”