Recién decían en la radio que Suecia declaró el fin de la pandemia.
Parece que el mundo vuelve a la normalidad.
Escuché eso y me quedé tildado un ratito. ¿Cómo, ya pasó?
¿Nos vamos a acordar de todo lo que se habló y se pronosticó sobre el cambio de la humanidad?
Y de lo que opinábamos nosotros mismos sobre lo que estábamos aprendiendo?
¿Empezó un tiempo de transformación colectiva que cambie al mundo o todo lo que hicimos fue simplemente por un gran cagazo a la muerte?
Vamos a volver a comer esos asadazos con carne de vaca, de cerdo, de pollo,
todos producidos por la industria agroalimentaria que llenó de antibióticos a estos animales para poder criarlos uno arriba del otro y alimentarlos con vegetales transgénicos “pasados” de fertilizantes y herbicidas,
los mismos que hacen que las frutas y las verduras se vean hermosas y con gusto a nada?
Vamos a volver a llenar aviones con ese deseo prefabricado de viajar 8 días para seguir siendo los mismos pelotudos pero con selfies y que se siga saturando el cielo de una polución descontrolada pero rentable, a la que pudimos ver disminuir en poco más de un mes sin vuelos comerciales?
Si hasta se cerró el agujero en la capa de ozono!
“Para que el fútbol vuelva a la normalidad va a faltar que salga la vacuna”, predijo un periodista deportivo que sabe (¿? Ponele)
Vamos a volver a la normalidad de usar a toda la policía posible para que locales y visitantes no se maten y de todo lo demás que encierra el fútbol, incluyendo esa forma de pasión impostada, aunque lo único que hayan hecho es mirarla por t.v.?
Parece ser que sí, che. Que todo volverá.
Pero bue, si es que la pandemia está terminando, los sobrevivientes podremos reconocer que estuvo bueno.
Que aunque ganaron más poder los poderosos, (los dueños del alimento, las comunicaciones y los laboratorios) vivimos todos, por un buen tiempo, con un gran signo de pregunta en la cabeza y preguntarse cosas a uno mismo, aunque nunca haya respuestas, es un buen comienzo.