¿Che, quieren un cafecito?
Silencio.
Los invitados
somos mi amigo escultor y yo.
Ellos son los
dueños de casa y los que bien pueden decirnos que nos “vayamos yendo que ya es
re tarde”. Ya se comió rico. Ya se tomó vino rico y mucho. Ya duraznos en
almíbar, sin la opción de chantilly. “Si quieren me pongo y en un ratito hago
la crema. Pero no tengo azúcar impalpable”, dice el anfitrión muy anfitrión y
su mujer, con todas “aquellas” cualidades, propone un gin tonic.
Yo, mientras,
agrego que el azúcar impalpable se puede hacer metiendo en la licuadora azúcar
común. Ninguno lo sabía. Lo aprendí en pandemia. Lo compartí. Tarde. Ya no va a
haber crema. Llegó el Gin Tonic.
Andábamos, a esas
alturas, por los niveles de conciencia y las soledades y el ser y la existencia
que lo precede y lo que existe y lo que no existe.
Andábamos por los
“siempre me peleas por lo mismo” y por las profundas ganas de que, esta vez,
por lo menos, esta vez, no tengamos la razón y que alguien nos convenza de que
tiene sentido ser sexagenarios y pretender encontrar una razón no hormonal para
seguir viviendo.
También hablábamos
del amor, visto del lado de los que vivimos encontrándolo, rogando que sea para
siempre y de los que lo encontraron, sólo una vez y para siempre. ¿Qué es
mejor? Nadie tiene “la posta”.
Y hablábamos de
dudar. Por lo menos dudar. Dejar, de una p… vez, las certezas que fortalecen a
los mediocres y arriesgarse al maravilloso reto de dudarlo todo.
Y hasta, casi
casi, que nos pusimos de acuerdo.
Otro gin tonic.
La mente juega
en otras ligas si el alcohol ayuda a bajar las barreras de la estúpida cotidianeidad. Obvio. A nadie se
le escapa lo que no tiene adentro. Pero todos somos buena gente. A ponchazos.
Cada uno a su manera. Con dolores viejos y temores nuevos. Pero buena gente.
Sin demasiados “muertos en el placar” y con el común denominador de sentirnos orgullosos de ser diferentes. No comparados con los genios sino con la chatura
de los que sólo quieren conservarse en la hipocresía.
La reunión termina risueña y tambaleante.
Vernos así y entre amigos, suma. La vida acecha, afuera.
Esta noche, nos hizo más fuertes.
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