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Los policías de la India caminan de la mano

No soy de dar consejos pero les voy a dar dos, (dos tips, se dice ahora)

Dos tips que no salen en ninguna guía para turistas:  (por algo será, ya verán)

Uno, no apaguen, jamás, un cigarrillo en el piso de mármol blanco milenario del Taj Mahal. Y dos, no entren con las zapatillas colgadas en el hombro a la tumba de Gandhi cuando te han dicho que las dejés en la entrada, arriba de una montaña de ojotas pedorras.

No lo hagas. Vas a preferir que te las afanen.

Creanmé, es una experiencia extrema. Que te grite, nariz contra nariz, un gigante indú enojado, con boina y traje militar, es el laxante más eficaz y de rápida acción que se haya inventado.

(Por 15 segundos, me sentí como Brad Davis en Expreso de Medianoche.)

No me quedó un trauma infantil porque , además, ya tenia 56 años pero no podía dejar de ver policías indúes por todos lados hasta que reparé en un detalle: los muy rudos, caminan de la manito.

Yo los vi. No me lo contaron. Y la primera reacción es la sorpresa. La imagen es fuerte. Pero no te estás asombrando de ver a una pareja gay, cosa que atrasaría mal y es una reacción ya desactivada.

Es el flash de ese cuadro: dos fortachones, vestidos con ropa camuflada, boina, borcegos, un palo largo que se llama lathi con el que surten a su gente si se amontona y caminando de la mano.

No son una pareja de enamorados. Son dos policías haciendo su ronda.

Es una costumbre con varias explicaciones que al que le interese que las guglee.

Tengo la foto de los muchachos.

Tendría que subirla a las redes así, sola, sin ningún epígrafe.

En todo caso, no es una mentira.

Es una imagen real que te puede llevar a conclusiones equivocadas.

Tendría que subirla. Total, no cambiaría nada.

O acaso Instagram,  no tiene su fuerte en mostrar sólo felicidad, o sea, la mitad de la verdad?

Y la mitad de la verdad, en todo caso, siempre es una mentira.