Listen

Description

Manzana verde, manzana asada.

Me encanta el ruido seco del mordiscón a una manzana verde.

(Por supuesto, después  chequeas con la lengua si ese gesto juvenil no se llevó puesto pernos y coronas.)

Obviamente, no sos el mismo que le sacaba brillo contra la ropa, como única  medida de higiene.

No sos el mismo que terminaba la frase con la boca llena de manzana fresca y ruidosa. (con manzana está permitido hablar con la boca llena)

Tampoco estás rodeado de esas y esos con los que podías compartir un mordisco de la misma manzana.

No. No sos ese. Pero la manzana verde y el mordiscón, no sólo te llevan en un viaje multi sensorial en el tiempo, sino que te dan un momento de rara energía vital.

También me gusta el caramelo oscuro y denso que deja, en la fuente del horno, la manzana asada.

Por un segundo, me lleva a los feos momentos de niñez y camas de hospital. (Aunque la manzana asada era lo mejor que te podía pasar. La compota de pera, puaj. )

La manzana asada me parece de una preparación simple pero de una transformación maravillosa, hasta un punto justo. Suave, agridulce.

No es naturaleza pura. Hay horno, azúcar, tiempo de cocción. Hay cultura.

No pretende ser una manzana verde. Es otra manzana pero igual de deseable.

La manzana es la manzana, y también es el pecado original, y es la tentación.

Me gusta pensar que la manzana verde es la juventud y la manzana asada la madurez y las dos son deseo.

Juventud y madurez, por ejemplo, en las parejas con edades muy dispares, ,

no son una novedad pero no se digieren fácil.

Macrón,  Cormillot, los sugar dadys o la categoría MILF del porno .

Se cuestiona, desde afuera, la verdad que hay en ese deseo.

Hasta, en el caso de los hombres, sigue vigente el mote de “viejo verde”.

(Pero, para el mismo caso en las mujeres no se dice “viejas verdes”. Curioso, eso.)

Afortunadamente, el deseo no tiene fecha de vencimiento para nadie.

Philip Roth, tiene una novela sobre el tema, El animal moribundo, se llama. Un profesor de 62 años se enamora de una alumna de 24. También se hizo la peli con Penélope Cruz y Ben Kingsley. Se llama Elegy. Buenísima.

En una parte , el profesor de la novela le dice a su amigo poeta:

“Si te sintieras joven sería muy fácil. Lejos de sentirte joven, notas el patetismo de su futuro ilimitado en contraposición con el tuyo, que es limitado. Percibes incluso con más intensidad que de ordinario el patetismo de los dones naturales que has perdido. Es como jugar beisbol con un equipo de veinteañeros. No es que te creas veinteañero porque juegues con ellos, sino que notas la diferencia en cada segundo del partido. Pero, por lo menos, no estás sentado en el banco.

He aquí lo que sucede: notas dolorosamente lo viejo que eres, pero de una manera nueva.”

Recomiendo altamente este libro y recomiendo comer manzanas en cualquier momento de la vida.

Asadas o verdes. Sin prejuicios.

La cosa no es comparar. La cosa pasa por disfrutarlas.