Todos hablando de nada en particular y de todo en general.
Así somos cuando nos juntamos.
Uno dice que prefiere llamar por teléfono, a la antigua,
porque no se lleva bien con los mensajitos y los emojis y los audios y todo
eso.
– No podés ser tan antiguo, por dios. Modernizate. Actualizá
tu cabeza.
El que acaba de decir esto, tiene como foto de perfil de su
whatsapp la imagen de una virgen. Se lo hago notar y se arma una linda
polémica. Un poquito intensa.
Porque parece ser que, ahora, ser moderno pasa por llevarse
bien con las aplicaciones del teléfono o saber la recomendada de Netflix o tener
cuerpo de gimnasio pero con cerebro de monasterio y seguir repitiendo ideas
morales, políticas o religiosas como si no se hubiera inventado el microscopio.
"Siento tener que informarle que no creo en la Biblia como revelación divina y por lo
tanto tampoco en Jesucristo como hijo de Dios. Atentamente, Charles
Darwin", que no era ateo, pero se volvió agnóstico
después de su descubrimiento sobre el origen de las especies y de la muerte de
su hijita de 10 años.
Eso se lo escribió, el viejo Charles, a
un joven abogado que le pedía que respondiera, por si o por no, si creía en el
Nuevo Testamento.
"Si usted me respondiera que Sí, entonces me encantaría empezar a estudiar sus
maravillosos libros, pero sin esta garantía me temo que mi cerebro no es lo
suficientemente sofisticado como para eliminar las dudas en mi fe que podrían
surgir al leer sus obras”.
Pero digo, muchos de nosotros, como el
abogadito este, no queremos que nos hagan dudar de “nuestro librito”. En todos
los temas, eh? Y me parece que ese el peor síntoma de vejez. No aceptar nada de
lo nuevo.
La juntada terminó como siempre,
a los abrazos después de la puteadas, pero esta vez quedó una pregunta en el
aire: No se podría seguir creyendo en lo que creas pero modernizando los
libritos? Para no ofender la propia inteligencia, nomás.