Vengo escuchando un montón de argumentos de muchas mujeres hétero, de más de 50, que están solas y me parece que todas tienen sus razones, pero incompletas.
Les estaba faltando un dato muy importante.
No era porque dejaron de depilarse y teñirse por la nueva estética empoderada y después volvieron a depilarse y a teñirse porque entendieron que el feminismo no pasa por ahí.
No era porque entre todas llegaron a la conclusión de que todos los tipos somos unos pelotudos infantiles.
Tampoco era porque juntarse siempre a hablar de los problemas propios y el de las pares tenían que ir rigurosamente acompañados por hidratos de carbono.
¿Era porque ganaron su libertad para divertirse sin aguantar a nadie y ahora siguen sin aguantar a nadie y sin nadie para divertirse?
¿Era porque el sexo en el matrimonio ya no existía y lo único que hacían era salir a comer y, ahora, los tipos que conocen sólo quieren sexo después de una prepizza con cuartirolo?
¿Era porque solas están muy bien pero cuando una del grupo deja de estar sola las hace sentirse más solas?
¿Porque las aplicaciones de citas son un fiasco?
¿Porque ya no compran ropa para mostrar sino para ocultar?
¿Porque el encanto que dicen haber perdido no es del físico sino el del goce?
No. Tampoco era por eso.
¡El último censo, el 2022, dio por resultado que hay 1,6 millones más de mujeres que varones, que la población está feminizada y que, pa rematarla, viven mucho más que nosotros!
Eso era.
Desde que el mundo es mundo, las parejas se arman y se desarman.
Es, como todo, una cuestión de suerte. Y si hay algo que caracteriza a la suerte, es su injusticia.
Cuánta mujer soltera y cuánta con tres matrimonios.
¿Será que en esto de estar con alguien en la vida, es como aquel juego de la silla?. Empieza la musiquita y cuando corta, el que se sienta se sienta.
Puede ser. Lo bueno es saber que la música sigue sonando.