De un tipo muy serio, de esos que cuando hacen un chiste uno demora en reaccionar, escuché la
primera historia paranormal, narrada en primera persona, que me puso la “piel
de gallina”. Yo tenía unos 17 años y este señor andaría por los “cincuentipico”.
Un viejo, pensaría yo. Era el padre de una noviecita y, en la cara de esa
noviecita, yo comprobaba que el tipo no mentía.
Parece ser, que al
padre de aquel suegro, como estaba convaleciente de no sé qué, lo habían instalado
en la habitación de la casa con más sol, que era la suya, y que él, junto a su
hermano, dormían, provisoriamente, en la de los padres. Que llamaron al médico,
de noche, porque el enfermo se había puesto muy mal. Que el médico empezó a
sacar cosas del maletín mientras la madre les cerraba a los niños la puerta en
la cara. Que él y su hermano, sentados, calladitos, en la cama matrimonial,
vieron abrirse las puertas del ropero y cómo se movían las perchas con los
sacos de su padre. Un par de segundos después, su madre que entra llorando a
darles la peor noticia.
El tipo lo
contaba como algo real y concreto. Algo vivido. Sin agregar ninguna
explicación. En todo caso, a él, no le hacía falta.
¿Quién no ha
escuchado sobre cosas inexplicables?
Una amiga, super mental
y concreta, bastante ofendida porque yo trataba de darle alguna explicación
normal por algo “muy paranormal” que le había pasado, hoy me dijo que le dieron
el dato de una médium para consultar.
¿Una médium?, le
pensé en la cara.
“Las cosas son lo
que son”, le dijo a mi cara.
Todos los pueblos
del mundo tuvieron y tienen sus milenarias versiones sobre lo inexplicable.
Todos los
explicadores tienen su librito, de dudoso autor, según la creencia del
preguntador.
Hasta la mismísima
ciencia recopila los sucesos, pero no se expide.
Yo, le pongo la
cuota de incredulidad necesaria como para no dormir tapado con la sabana hasta
la cabeza y creo que le creo al que me lo cuenta.
Aceptemos. No
todo tiene explicación, pero tampoco quiere decir que no vaya a tenerla.
Igual, a la hora
de lo inexplicable, las explicaciones importan muy poco.