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Lo malo de encontrarse con amigos que no ves hace años es que te quieren poner al día con su vida. O sea, la de los nietos. Hasta 3 fotos, aguanto.

– Acabo de dejar a mi nietito en tenis. Tengo una hora. Tomemos un café. – me dijo.

Y que él lo lleva martes y jueves y el padre, o sea, el hijo de él, miércoles y sábados. Que ya tiene once pero que va desde los 5. Y que parece ser que es bueno.

–  Cuatro veces por semana? Y el pibe quiere? – le dije.

– No siempre – me dice – Antes más. Ahora hay que estar encima. Viste como es esto. Es darle y darle y darle o no llegan a ningún lado. No es cuestión de querer.

Mirá Federer. Mirá Nadal.

Tengo fresquita la foto de dos pajarones grandotes llorando de la manito, con pantaloncitos cortos y las piernas peludas.

Me acuerdo que me leí cuatro o cinco notas para ver si alguno decía lo que esa foto me decía a mí. No lo decían.

Hablaban de gladiadores, de batallas, de dura rivalidad.

Para mí, eran dos niñitos llorando desconsolados porque uno de los amiguitos ya no quiere jugar más.

Imaginate. Es prácticamente un experimento de Menguele.

Agarrar a un niñito, ponerle pantaloncitos cortos y no sacárselos hasta los 40

y que todos los días de su vida tenga que pegarle a una pelotita y pasarla para el otro lado y no pensar en otra cosa que hacerlo mejor cada día. Es delirante.

Cómo no van a llorar cuando se les va el amiguito!

(Tengo grabado en la garganta el desconsuelo de mi hija cuando su mejor amiguita se fue a vivir a Alemania. También me acuerdo que lo único que funcionó fue un abrazo, muy silencioso y muy largo.)

Federer y Nadal lloraban desconsolados mientras un estadio lleno los aplaudía.

Ningún abrazo.

Dicen que en la vida se hace lo que se puede, después lo que se debe y, recién a partir de los 50, lo que se quiere.

También dicen que los caballos de carreras quieren correr y los toros quieren torear y que a los pulpos les encanta el agua hirviendo.

Como al nietito de mi amigo, les dicen lo que tienen que querer.

Pero bue. Normalizar aberraciones, al ser humano, se le da fácil.

Obvio que estos pibes no son gladiadores dando su vida entera por divertir gente en un coliseo romano pero, entre nosotros, se parece bastante, no?