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Ayer, a la tarde, apareció en mi casa ese amigo que se toma
dos mates y sigue viaje.

 

(A esta altura de la vida, Amigo no es uno, ni único ni el
mejor. Amigo no tiene otra categoría que alguien con quien te comunicás desde “las
tripas”. Ni poco ni mucho. Con lo que hay ese día, arriba de la mesa. Pero con
verdad.)

 

No me hace muchas devoluciones sobre mis “buenísimas nuevas”
pero sé que me escuchó, aunque él venía con ganas de contarme su agobio pero yo
no lo dejé hablar primero. Así somos los que tenemos ataques de euforia, no?

 

Se fue y me dejó pensando que la realidad que te llega desde
las noticias de los medios te puede sacar de eje. A él le estaba pasando por el
ánimo la guerra de allá, los pronósticos pesimistas de acá y el desconcierto de
lo inseguro, improbable y poco auspicioso que es todo en este mundo y a esta
altura de la vida, en donde no te enrolaría ningún ejército de nada y te
sugieren sentarte a la sombrita y calladito, lo cual no me parece ningún mal
plan.

 

 

 

No vivimos en el mismo planeta?, pensé.

Obvio! Si yo me pongo el chip apocalíptico y conspirativo,
no me levanto de la cama.

 

Tampoco creo que uno pueda vivir en el planeta “nube de pedos”
porque pertenecés a la generación donde la palabra causa, salvo en el Scrabble,
valía mucho más que individualismo.

(Hoy, me lo pienso.)

 

Mientras él se subía a su bici, yo le dije que teníamos que
aprender a vivir sin expectativas. O mejor, partiendo del supuesto de que nada,
pero nada de nada, en este planeta, es como querríamos.

Como esa abuela que le decía a su nieta que arrancara la
mañana sabiendo que “si estás preparada para la tristeza, la vida te sorprende
con alegrías, cada día”.

 

– Uh. Qué fácil! – me dijo – Vos porque andás enamorado.

 

Andar enamorado. “No es mal planeta, ese”, me dije.

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.

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#sinexpectativas

#scrabble

#causa

#individualismo

#amistad