El síndrome de la madre muerta sucede cuando el hijo tiene una percepción de que una madre fría, distante, inaccesible, con una actitud negativa o, simplemente, que no se encuentra presente en los momentos fundamentales de su infancia. Bien sea porque prioriza su carrera profesional antes que su hijo o por cuestiones de custodia o por abandono emocional que es la más grave por sus consecuencias a largo plazo.
El hecho de tener esta visión tan poco positiva de la que debería ser uno de los pilares fundamentales de la construcción de la personalidad produce que éste se quede sin el referente fundamental de su vida.
En un caso especial, llamamos síndrome de la madre muerta cuando la madre no se ha ausentado sino que está presente pero se encuentra incapaz de satisfacer las necesidades emocionales del hijo. A pesar de ello, su forma de crianza tampoco es correcta porque no es sensible con las necesidades del niño, sea porque no se da cuenta de estas o porque no sabe cómo hacer frente a ellas.