Ay minga, que te cuento que tuve una llamada bien pero que bien buena, de esas que yo le llamo "de corazón a corazón". Pero para eso, tuve que ser brutalmente honesta conmigo misma. Y óyeme, es que te digo que no podemos pretender que los demás nos sean honestos cuando ni siquiera nosotras mismas somos honestas con misma.