Todas las tardes me sentaba junto los abuelos a esperar la puesta del sol en la terraza de la casa71 en la calle galeana de la colonia del cerro en Puerto Vallarta.
Mientras ocurría ese maravilloso espectáculo Don Adán Mantecón, mi abuelo, comenzaba invariablemente a contar las historias de sus juventudes recordando el génesis del puerto las Peñas. Mirando hacia el horizonte apuntó hacia el centro de la bahía y me dijo, ya van a ser setenta años que Porfirio Díaz cañoneó las Marietas, aquellas islas donde se encuentra la tan conocida playa del amor que vista desde el cielo parecen un ojo que mira vigilante al universo. Me dijo que había escogido aquel atolón para mostrar que México tenía una fuerza militar capaz de derrotar al que se le pusiera enfrente. Señaló hacia la punta sur de la bahía y dijo que también por aquellos tiempos fue cuando se construyó el faro de cabo corrientes ordenó construir el hermoso faro con herrería de Italia y una modernísima lámpara de gas que emite un código único de luz para que los barcos de noche reconozcan al pasar el Cabo Corrientes de bahía de banderas evitando quedarse encallados en los arrecifes filosos ocultos en esas aguas color esmeralda.