Hace más de 4mil años un pequeño grupo de personas decidió bajar las montañas de los andes del ecuador para lanzarse en una travesía por mar hacia el norte del continente americano.
En el año de 1939 Isabel Trusdell-Kelly encontró los vestigios de esa cultura perdida llamada capacha y descubrió una misteriosa relación entre el Occidente mesoamericano y las culturas andinas.
Cuando los capacha llegaron al occidente de Mesoamérica, se encontraron con un paisaje de serranías y cañones impresionantes. La flora y la fauna eran un prodigio de la naturaleza, abundaba, la madera, carne, vegetales y agua acompañados con un clima tan placentero que pronto olvidaron los fríos andinos, llenando la región con trastes y figurillas de barro, tumbas de tiro, ollas gigantes y petroglifos por dondequiera. A ese lugar le nombraron Mazacotla, el lugar de los venados y las culebras. Al pasar de los milenios llegaron al lugar atraídos por la inmensa cantidad de oro y plata de sus cerros, otra tribu que también había cruzado el mar para llegar: los españoles.
