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02 de Enero - Tiempo de navidad
Jn 1,19-28: Yo soy la voz que grita en el desierto.
Áudio e edición: P.Cristovao, svd
Música: Nana Angarita: aquí estoy Señor.
Nuevamente nos encontramos con la figura de Juan el Bautista, el precursor que invita a preparar el camino del Señor. Y esta insistencia en la preparación nos hace ver cómo actúa Dios. Si bien él tiene la iniciativa, también quiere motivar al hombre para que se disponga a recibir sus dones. Pero hay un detalle en este texto que merece ser rescatado, el de "desatar los cordones de las sandalias", porque éste es un símbolo matrimonial que indica que el Mesías es el esposo del Pueblo, el enamorado que mira con ternura y pasión a su Pueblo. Así lo muestran también otras expresiones del evangelio de Juan, como la del "novio" en Jn 3, 29 y el encuentro con la samaritana en el pozo.
"La voz que clama en el desierto". Del desierto sale Juan el Bautista; allí había vivido su total entrega a Dios, su tiempo de profunda comunica- ción con el Señor.
El desierto en la Biblia es el lugar del encuentro con Dios, porque no hay otras cosas que puedan distraer o encantar al hombre, y entonces pue- de escucharse la voz del Señor que habla al corazón. De hecho, el profeta Oseas presenta el desierto como el lugar de la seducción divina, donde Dios lleva a su pueblo para encontrarse con él a solas y así cautivarle el corazón (Os 2, 16).
En el desierto Juan había estado atento a Dios, se había alimentado y enriquecido en el encuentro con él, había bebido palabras de sabiduría, y por eso al salir del desierto podía comunicar lo que había recibido, el anun- cio de la salvación. Por eso puede ser testigo de algo que los demás no pueden alcanzar a descubrir: "En medio de ustedes hay alguien que ustedes no conocen" (v. 26).

"Dame la gracia, Señor, de aprender a entrar en el desierto; quisiera dedicarte algo de mi tiempo que sea sólo para ti, ser capaz de abandonarlo todo por un instante para escuchar tu voz con el corazón liberado".