Jn 6,30-35: Mi Padre es quien da el verdadero pan
Áudio e edicion: Pe.Cristovao, svd
Musica: Gesed: yo soy el pan de vida
Jesús aquí aparece como un nuevo Moisés, porque alimenta al pueblo con la palabra y con el pan. De hecho, los judíos esperaban que llegara un nuevo Moisés, un profeta grande como Moisés, y luego del milagro de la multiplicación de los panes la gente decía: "Este es el profeta que debía venir al mundo" (6, 14).
Pero Jesús quiere aclarar que se trata de algo muy diferente a Moisés. Primero muestra que no había sido Moisés, sino Dios el que los había alimentado en el desierto. Y además, el maná no era un verdadero pan celestial, sino una realidad terrena.
Dios quiere dar ahora un pan verdaderamente celestial que da vida. Y ante la súplica espontánea de la gente que reclama ese pan de vida celes- tial Jesús responde: "Yo soy el pan de la vida".
En Jesús mismo, en su persona, se recibe el alimento de vida celestial. El que recibe ese alimento ya nunca sufrirá de hambre y de sed; es decir, sus necesidades más profundas estarán siempre satisfechas, y en la perso- na de Jesús encontrará siempre la respuesta a sus insatisfacciones más hondas, sin temor a que se desgaste o se acabe. Muchas cosas se desgastan con el paso del tiempo, porque descubrimos sus imperfecciones y sus lími- tes, pero la presencia de Jesús y su amistad nunca pueden desgastarse, porque él es fuente inagotable de vida y de novedad, a él no podemos encasillarlo ni abarcarlo, él siempre es más, siempre nos invita a más, siem- pre nos ofrece más.
Por eso, no se trata de escuchar su Palabra para instruirnos, para apren- der "religión", para entender nuestra fe. Su Palabra es alimento para toda nuestra vida, es alimento para nuestra capacidad de amar, es alimento para nuestra hambre de paz y de justicia, es alimento para nuestros sueños más genuinos y bellos, es alimento para seguir caminando por los senderos del bien.