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Lucas (6,27-38): Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo
Audio y edición: P.Cristóvao,svd
Música: Daniel, solo el amor

En la liturgia de este domingo, VII del tiempo ordinario, escuchamos, en la 1a Lectura (1Sm 26, 2.7-9.12-13.22-23), que, aunque tenía la oportunidad de vengarse de su enemigo, David, reconoce que existe una justicia superior a la suya, la justicia divina. David renuncia a hacer justicia con sus propias manos, ahorrando la vida de Saúl. Esto no significa que David hubiera sido todo el tiempo así: muchos murieron al filo de su espada y las de sus hombres.
Pero, el mensaje que transmite ese texto es que, todo aquél, en quien reconocemos una acción de Dios, debería tener una nueva oportunidad. Saúl era un ungido de Dios, por eso, David, no se atreve a tentar contra la vida de Saúl, pues, estaría actuando en contra de aquel que él teme y respetaba.
Esto, puede ser ya el comienzo de lo que Dios proyectó en David, para ser realizado en Jesucristo. Esto es lo que afirma san Pablo en la segunda lectura de hoy, en (1Cor 15,45-49); heredamos de Adán un cuerpo perecedero; de Cristo, heredamos un cuerpo celeste. En la resurrección, seremos como Cristo. La resurrección de Cristo nos ha traído la esperanza de una nueva creación. La que no debe pesar sólo en los impulsos humanos, pero, el amor de Dios que nos enseña un mejor impulso para nuestras acciones.
Jesús hace una propuesta clara: amen y háganlo sin esperar nada a cambio. Sin esperar siquiera que Dios los ame y recompense por ello. Ahí está el gran misterio del amor. Y sólo entonces se recibirá la recompensa de la vida y la dicha. Cuando la persona se entrega, sin límites, al amor. Cuando se agota en ese amor. Sin medida. Sin condiciones. Entonces, sólo experimentaremos el amor de Dios que nos envuelve y nos llena. A eso es a lo que Jesús nos invita a todos los cristianos. 
Nosotros podemos hacer todo lo que queramos en la vida esperando algo en cambio, menos amar esperando algo diferente al mismo amor en cambio. Esto es lo que propone Jesús en el evangelio de hoy, pues, decir, sean misericordiosos como es dios, es esto. él no ama esperando algo en cambio, solo basta que sintamos ese amor y él, será lo que transformará todo. aun si no esperamos eso.

Esto no significa que debemos quedar pasivamente aceptando la maldad, sino qué, debemos con nuestra fe, y nuestras obras, dar ejemplo y oportunidad a todo aquel que practique el mal, enseñándolo a amar.

Jesús hizo esto con muchos: al centurión romano, le curó a un criado, a la Levi, Mateo, fue a su casa mostrarle otro camino distinto a la corrupción, a Zaqueo, a Saulo de Tarso, inclusive a Constantino, emperador. Por eso, debemos creer que es posible: