En esta oportunidad vamos a hablar de dos manifestaciones del fruto del Espíritu que logran habilitar inmensas bendiciones sobre nuestras vidas. Nos referiremos a la fidelidad y la humildad.
Fidelidad es la característica que te hace ganar el favor de tu Señor y el de las personas. Nos referimos a una persona confiable, digna de confianza, que actúa correctamente. El resultado de la “confiabilidad del Espíritu” en tu vida es el favor de los demás. Cuando uno es una persona confiable, gana favor horizontal (ante las personas) y favor vertical (para con Dios).
La humildad es una virtud atribuida a quien ha desarrollado conciencia y ubicación respecto de sus propias limitaciones, facultades y autoridad y de los demás en su entorno y obra en consecuencia a este conocimiento.
Hoy nos desafiamos a crecer en cuánto a la fidelidad y la humildad. Que el Espíritu Santo nos transforme en lo más profundo de nuestro interior y moldee nuestro carácter de modo que nos tornemos personas confiables para los demás, confiables para Dios y con un fuerte sentimiento de lealtad a Dios y a los hombres.