Es de esperar que muchas personas que son fieles creyentes no vean el propósito de su vida tan claro como el apóstol Pablo y lo que es más, muchos de ellos sienten un gran vacío pensando que sus vidas no tienen sentido por causa de los problemas que están pasando.
Para todas aquellas personas a quienes nos les fue revelado su propósito con tanta premura y que se sienten sin rumbo en la vida tenemos una palabra de parte de Dios que te dará aliento: toda persona que respira tiene un propósito, un destino divino al cual puede apelar.
Quizás te sirva la metáfora del camino, es decir, ver el propósito de tu vida como un camino o una ruta que tiene un sentido y se dirige a un lugar, pero tu destino divino no es llegar a un lugar específico por ese camino, sino transitar ese camino mientras vivas, así es, transitarlo, no quedarse detenido, o al costado del camino, sino transitandolo a la máxima velocidad que puedas sostener. No te sirve corretear con todo y luego detenerse por fatiga o por lesiones, sino sostenerte en movimiento, avanzando.
Uno de los ejemplos más maravillosos de la Biblia los encontramos en la vida de José, el hijo de Jacob a quien sus hermanos lo vendieron como esclavo. Si nunca leíste esta historia, es ahora un buen momento para que la leas completamente. Nosotros queremos citar el último diálogo de José y sus hermanos después de que este se reencontrara con ellos y los perdonara y después de que muriera su padre Jacob.