La palabra selfie es absolutamente popular entre nosotros, consiste en sacarse una foto a uno mismo, lo que llamamos autorretrato o autofoto. De este modo, la persona extiende su brazo y dispara la cámara fotográfica apuntando hacia su rostro o su cuerpo anteponiéndolo a un hermoso paisaje para postearla en las redes sociales y compartir el momento que se está viviendo.
Sin embargo, muchas personas deciden vivir su vida en “modo selfie”, es decir que lo único verdaderamente importante es su manera de ver y proceder frente a cualquier circunstancia, sin importar la opinión o sentimientos de otras personas. Primero yo, segundo yo y tercero yo, el ego es el gran aliado de esta gente.
Debemos aprender a ver la vida como Dios la ve, aprender a mirarnos a nosotros mismos con los “ojos de Dios” para no caer en el egocentrismo o la autocompasión, y tener una mirada amplia de las situaciones que atravesamos. El Señor quiere que nuestra visión sea como la suya, en “modo panorámico”.
En la actualidad, la sociedad vive a su manera y prefiere satisfacer sus propios placeres y deseos personales ante las necesidades básicas de otra persona. Esta visión hedonista de la vida ha provocado que muchas personas, incluso fieles creyentes de Dios, pierdan las maravillas y bendiciones que el Señor ha guardado para ellos.
Este es el caso de Saúl, quien por estar enfocado en sí mismo no pudo ver todo lo que Dios tenía pensado para él. Cuenta la Biblia que Dios le había dado una misión a Saúl: debía destruir por completo al pueblo de los amalecitas porque no habían dejado pasar al pueblo de Israel cuando salieron de Egipto. No obstante, Saúl incumplió la orden divina. Derrotó a los amalecitas porque contaba con el respaldo de Dios, e inmediatamente construyó un monumento de su propia imagen, orgulloso de su propio valer.
Pastores Juan Manuel y Nerina Curbelo.