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Me propongo en ésta serie de entrenamiento espiritual financiero compartir al menos tres enseñanzas profundas para crecer en éste ámbito. En primer lugar, un hijo de Dios debe asegurarse el poder desarrollar su vida financiera según el sistema del Reino y no de Mamón. En segundo lugar, qué puedas descubrir los diversos motivos por los cuáles Dios anhela prosperarte. Y en tercer lugar, que puedas comprender que esa prosperidad divina puede ser sostenida en el tiempo y alcanzar otros niveles con la ley de la siembra y la cosecha.

La semana anterior explicamos los dos sistemas espirituales, con sus características y principios en los que se mueven las finanzas del mundo entero, según la biblia. Hemos elegido el sistema de Dios conscientemente y hemos consagrado nuestras finanzas a Él. Según los términos que usamos en los "talleres de sanidad" diríamos que le abrimos la puerta a Jesús de nuestra vida financiera y echamos a patadas a Mamón de esa área de nuestra vida. 

Ahora el desafío es poder confiar en Dios, al fin y al cabo es la fuente genuina de finanzas en nuestra vida, son sus principios los que nos van a prosperar y es la voluntad de Dios que sus hijos vivan bien. 

Dios te quiere prosperar porque te ama y quiere que seas de buen testimonio en este mundo. Es su diseño que seas feliz y des buenas cosas a tus hijos, para que a través tuyo se extienda el Reino en la tierra, y bendigas a sus siervos.