Listen

Description

Cuando tenía 6 años tuve mi primera bicicleta, una Aurorita, aquella donde el cuadro se unía con 4 tornillos por la mitad. No tenía rueditas de sostén, por lo tanto no contaba con ningún tipo de ayuda para equilibrarme. Al principio subía y me impulsaba apoyando los pies en el suelo para avanzar sin pisar los pedales. Prácticamente era una patineta con dos ruedas, pero así pude experimentar y dominar la técnica adecuada para mantener el equilibrio. Luego pude pedalear en línea recta, porque si giraba el manubrio, debía apoyar alguno de mis pies para no terminar durmiendo la siesta en el piso.

Recuerdo que estaba muy entusiasmado porque podía pedalear cada vez más rápido. En una ocasión, tomé toda la velocidad que pude olvidando que no sabía girar, cuando comprendí mi situación intenté frenar arrastrando la suela de mis zapatillas en el piso, pero iba tan rápido que la inercia me hizo trastabillar. El manubrio se tambaleaba bruscamente ¡pensé que estaba montando un toro! Finalmente frené debajo del Chevy de mi primo que estaba estacionado afuera de mi casa.

Lo sé, no fue la mejor manera de frenar, sobre todo cuando mi padrino, quien me había regalado la bicicleta, me dijo tantas veces: “anda despacio hasta que le agarres la mano”. Sí, él me advirtió, pero yo no lo escuché.

Es sumamente importante que escuchemos perfectamente bien para mantener la estabilidad y el equilibrio. En diferentes ocasiones de la vida nos encontramos aprendiendo, avanzando, dudando, temiendo, experimentando, conviviendo, atravesando situaciones que no sabemos cómo frenar y perdemos el equilibrio mentalmente, emocionalmente e incluso espiritualmente. Estos desequilibrios se pueden somatizar afectando nuestra salud.

¡¡Te Invitamos a escuchar el mensaje completo, Dios te Bendiga!!

Pastores Juan Manuel y Nerina Curbelo.