Un estado maduro de nuestra fe es la fe sin condiciones. He visto a mucha gente comenzar a confiar en Dios pero de pronto, Dios no hace aquello que están pidiendo o necesitando y la reacción de esas personas es el enojo y el resentimiento para con Dios.
Creo que esas reacciones humanas son completamente normales, la decepción puede asaltar de imprevisto a cualquiera, es decir esperamos algo de alguien a quien admiramos y cuando esa persona no alcanza las expectativas que le arrojamos tendemos a la decepción; sin embargo esta reacción no se puede aplicar a Dios, nuestro Señor es nuestra fuente de todo y sí has creído en Él entonces ya te ha dado todo, inclusive la vida eterna. No debemos desesperar cuando oramos y oramos y sucede lo contrario de lo que pedimos; y lo más importante, no alojes enojo o rencor a Dios por no contestar tu oración eso sería un grave error. De hecho en la medida que conocemos a Dios entenderemos que Él no obra a nuestro antojo, pero que sí le agrada complacernos como un Padre a su hijo y que cuando él no nos contesta como nosotros esperamos, en nuestra Fe incondicional debemos saber que es porque Él tiene algo mejor entre manos para nosotros.