Muchas veces creemos que la felicidad depende del “color de lentes” que usamos para ver la vida. Entonces, el color de ese lente condiciona lo que nos rodea: hay personas que ven la vida a través del lente de su cuenta bancaria, entonces son felices mientras poseen dinero; otras personas basan su felicidad en su aspecto corporal o imagen personal para sentirse bien con ellas mismas; algunos utilizan lentes para buscar continuamente la aceptación de los demás y si ésta no les satisface, viven con frustración. Lo cierto es que nuestra percepción de la realidad se distorsiona, muchas veces, dependiendo de los lentes con los cuales vemos la vida.
Hay gente que dice: “seré feliz cuando logre el trabajo que necesito, seré feliz cuando tenga la casa que quiero, seré feliz cuando llegue la pareja apropiada, seré feliz cuando alcance cierta cantidad de ahorros en mi cuenta, etc.,etc.”. Probablemente cuando alcances aquellas cosas que esperas tampoco seas feliz, tu felicidad no puede depender de lo exterior sino de una relación sana con tu Padre celestial.
Si tienes problemas, la fe te da la certeza de que todos tus problemas están resueltos en el poder de Dios. Mientras tanto no vivas triste, cree lo que Dios ya habló de ti y disfruta cada día. Oramos para acrecentar nuestra fe, creyendo que lo que el Señor tiene para nosotros es lo que realmente necesitamos; descansamos en sus promesas y alejamos toda preocupación o temor y nos disponemos a confiar en la provisión de Dios porque Dios hace maravillas en medio de la escasez.
