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Dios se ocupó de que Moisés viviera milagrosamente, además el Señor previó que creciera en casa de Faraón sin la mentalidad de esclavitud que el pueblo hebreo tenía en ese momento.

El joven Moisés aprendió las ciencias de los egipcios y en su corazón tenía el sueño de liberar a su pueblo de sangre de la esclavitud.

Cuando Moisés mató a un egipcio debió huir de Egipto y terminó viviendo en Madián, con Jetro, quien finalmente fue su suegro.

En el desierto se convirtió en pastor, tal vez pensando que su vida ya no tendría mayores expectativas. Sin embargo experimentó el llamado de Dios revelando el propósito de su vida: Liberar el pueblo hebreo de la esclavitud egipcia.

Al igual que Moisés, muchos de nosotros no entendemos por qué hemos vivido todo lo que vivimos, por qué hemos sufrido o tropezado o por qué tenemos capacidades y habilidades que menospreciamos o desconocemos hasta que tenemos un verdadero encuentro con el Señor en la zarza ardiente de nuestra vida.

Asimismo cuando nuestros sueños parecen inalcanzables, Dios puede activar las herramientas que nos dio de antemano, además de disponer todas las cosas a bien según nuestro propósito.

Todo comienza entendiendo que Dios, en su enorme bondad, es un gran dador de herramientas para alcanzar propósitos ya que todo lo que tenemos en la vida es dado por Él con una finalidad.

En su enorme sabiduría, Dios no nos proporciona las cosas terminadas; sino que despierta nuestras capacidades y habilidades para que junto con las herramientas y su guía, construyamos nuestro propósito tomados de su mano.

Imaginemos que un padre decide comprar una bicicleta para su hijo pero solicita en el negocio que se la envíen desarmada y embalada. Unos días antes de que llegue la bici a casa en una caja cerrada, el padre le regala a su pequeño destornilladores, pinzas y un juego de llaves allen.

Su plan inicial es pasar tiempo de calidad juntos armando el regalo. Al mismo tiempo puede comprobar que el niño aprende a utilizar las herramientas.

Finalmente, este proyecto le otorga nuevas habilidades al niño y fortalece la relación padre-hijo. Maravilloso ¿Verdad?

Ahora supongamos que ese niño es un tremendo caprichoso y no quiere escuchar al padre, y en lugar de armar la bicicleta, antes de que llegue el paquete a domicilio, toma el destornillador para jugar tiro al blanco, usa la pinza como pisapapeles y entierra las llaves allen porque no tiene idea para qué sirven.

Cuando la caja con el regalo llega, no le presta mayor atención y pierde el tiempo jugando a otra cosa y usando mal las herramientas. Pero, al rato, sale a la vereda y ve a otro niño andando en bicicleta y piensa ¡qué suerte que tiene, a él sí le regalaron una bici!

Ciertamente si decides no conectarte con tu Padre celestial y malgastar tus dones espirituales, tus capacidades innatas, tu tiempo, tu dinero, tus emociones, tu salud, etc., sin propósito alguno, errante por la vida. Esa actitud es similar a la del niño caprichoso: cuando veas a alguien viviendo su propósito sentirás envidia y resentimiento por tus malas decisiones.

¡¡Te Invitamos a escuchar el mensaje completo, Dios te Bendiga!!

Pastores Juan Manuel y Nerina Curbelo.