A comienzos del siglo XIX, Copiapó era el centro urbano situado más al Norte del territorio nacional, a las puertas del Despoblado de Atacama que separaba a nuestro país con Bolivia. En 1832, la zona cobró gran atractivo gracias al descubrimiento del mineral de Chañarcillo, lo que provocó una creciente migración poblacional desde otros puntos del país, así como también de productos y capitales. El hallazgo de nuevos yacimientos de plata y cobre en la zona, convirtió a Copiapó en el enclave minero más importante de la época.