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 Sígueme, son solamente 7 letras donde su significado o contenido  encierra prácticamente toda Las Escritura; sígueme, es un llamado al arrepentimiento a la cordura a la fidelidad al honor, que nos dan a todos los que emprendemos el camino en Cristo siguiendo Sus Huellas, sin cuestionar lo que hacemos aunque si nos dan la posibilidad de analizar lo que estamos haciendo, ¿saben porque? porque nos dieron mente para analizar y conciencia para que no se borrara nunca los pasos que vamos dando sobre Sus Huellas, que Cristo las dejó para que no tropezáramos y cayéramos: pero además, nos dieron corazón para poderle poner pasión a cada cosa que ya aprendida la pasásemos a otros corazones en dolor pero al mismo tiempo, al igual que el nuestro como una vez fue esponjoso, para poder recibir y absorber lo mismo que hoy vamos a sembrarle en ellos, en ese prójimo que a través de ti Cristo lo convertirá en tu hermano.

Sígueme, no es un camino liso y perfecto, ni allanado para que nunca exista la posibilidad de caer, porque siempre tienes que tener presente que ese camino que decidimos tomar con la idea de pasarlo hasta el final es pedregoso fangoso lleno de obstáculo que nos dará siempre la posibilidad de tropezar y caer; pero saben algo, el conocimiento para no caer está en ti, para poder caminar sobre las propias Huellas de Jesús nuestro Cristo y Rey, cada Huella de Cristo que logremos pisar es una Promesa cumplida por Jesús y dejada para que nuestro caminar si estuviese pavimentado a través de Sus Huellas: no es mentira, inclusive podrás tambalearte aun pisando Sus Huellas, pero siempre tendrás alcance de tus manos Las Manos del Espíritu Santo para mantener tu equilibrio sobre Sus Promesas.

Sígueme, no es una orden ni un estatuto, sígueme solamente es un pedido casi convertido en un ruego, por quien un día sufrió en su propia carne el dolor que produce los latigazos dados en un cuerpo físico, por expertos que lo convierte en un sola llaga, por una corona de espinas gigantes no puesta sino encajada en su cabeza, por clavos introducidos en sus manos, y una lanza en su costado en La Cruz del Calvario; pero, más que eso el dolor de reconocer que Su propio pueblo gritaban crucifíquelo al poner al diablo por encima de quien lo creó y para colmo, El pagando la deuda para que pudiésemos salir de la cárcel del pecado, y todavía hoy nosotros maldecíamos con nuestra boca nuestra descendencia que aunque no lo creas, nuestro pecado consecuencia de nuestra actitud hoy maldicen nuestra descendencia, pero ese perdónalos Padre porque ellos no saben lo que hacen les da a nuestra descendencia el honor de poder arrepentirse y romper esa maldición, enseñarle a nuestros hijos ese privilegio quedara como testimonio en nuestro arrepentimiento para que ellos lo sigan.

Dios, te siga bendiciendo grande y ricamente.