Tomado del Libro: El Doble Lenguaje Bíblico, ¡Y la Ley de los Opuestos! Por. Milton Alonso Granados
En el libro del profeta Ezequiel, capítulo veintiocho, versos once al diecinueve, se describe una impresionante profecía que tiene como destinatario primario al rey de Tiro. Ezequiel se remonta en el tiempo, comparando el orgullo y la arrogancia de este rey, con la creación de Lucifer y el principio del mal.
En el fluir de la revelación, la profecía da un salto en el tiempo, llevando su contenido desde lo humano y terrenal hasta lo celestial. Con esta profecía de doble significado, Ezequiel, describe a un ser que:
1. Fue príncipe, sacerdote y rey a la vez (Versos 2, 12, 14).
2. Se le llamó, sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura (Verso 12).
3. Su vestidura fue hecha de todo tipo de piedras preciosas. Además, su creación y coronación, tuvo lugar en el maravilloso huerto del Edén celestial (Verso 13).
4. El personaje aquí descrito, fue asignado como guardián o querubín protector del santo monte de Dios.
5. Este ser, estando a cargo del santo monte o templo de Dios, se paseaba como el primer sacerdote del Altísimo en medio del altar o “piedras de fuego” (Verso 14).
6. A causa del enaltecimiento de su esplendor y la multitud de contrataciones, su naturaleza se corrompió y fue arrojado junto con los seres espirituales
engañados por tierra (Apocalipsis 12:4).
7. Habiendo sido puesto como ceniza sobre la tierra y en comparación a su gloria previa, le fue dicho: “espanto serás y por siempre dejarás de ser” (Versos 16-18).
8. Es importante mantener presente que el sacerdocio de este príncipe y rey es el más antiguo descrito por la escritura profética en el texto bíblico.
9. De acuerdo con el lenguaje de los opuestos, podemos notar que, así como en el cielo, fue ejercido un sacerdocio, también en la tierra. Según la carta a los Hebreos, el ministerio de Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo, fue cumplido a través del dolor y perfeccionamiento experimentado por Cristo (Leer,
Hebreos 5).
10. No es de extrañar que, debido a la similitud del ser descrito en esta profecía con el ministerio de Cristo, algunos hayan asegurado que estos son dos hijos del Eterno, uno representa el bien y otro el mal.