“Así como una persona lo hizo mal y nos metió en todo este problema con el pecado y la muerte, otra persona lo hizo bien y nos sacó de eso” (Romanos 5:18)
Paso hace tanto tiempo. Al comienzo de todo, en un mundo ideal, sin contaminación, sin límites. En ese país único, en Pangea, el primer hombre, Adán, fue desafiado a permanecer sin pecado en un mundo sin pecado.
Miles de años después, en un mundo plagado de muerte, guerra, pobreza y destrucción, un carpintero de Nazaret fue desafiado a permanecer sin pecado en un mundo asolado por el pecado. Cristo desafió su entorno, el Hijo de Dios fue tentado, pero nunca falló, fue golpeado pero nunca derribado. Triunfó donde fracasó Adán.
Tú y yo no somos distintos, Jesús sabe esto, él se hizo uno de nosotros, se aprojimó, se hizo un prójimo nuestro, y nos amó, y se sometió a ser tentado como cada uno de nosotros. Él fue victorioso por nosotros. ¡Confiá en eso!