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Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo. (2 Corintios 10:5)

No somos robots, ni víctimas de nuestros pensamientos. Tenemos elección, tenemos una voz. ¡Podemos ejercitar la libertad de elegir nuestros pensamientos!

Cuando tenemos días malos decimos: “No me hables”, "Estoy de mal humor." Como si un estado de ánimo fuera un lugar en el que estamos secuestrados, cuando en realidad es una emoción que permitimos.

También decimos: “No te metas con él o con ella, tiene mal carácter. ¿Es el carácter algo que tenemos como un resfriado o una gripe? ¿O realmente tenemos elección?

Pablo nos dice que destruyamos o capturemos (llevemos cautivos) cada pensamiento: nos da la impresión de que somos soldados y los malos pensamientos son nuestros enemigos. En el momento en que se nos vienen a la cabeza, tenemos que entrar en acción porque tenemos la capacidad de hacerlo. El egoísmo, la envidia, la bronca, ¡tienen que estar fuera de nuestro territorio!

¡Capturar pensamientos es difícil! ¡Pero podemos hacerlo!